Empecemos por el final, que es una forma de adelantarse el postre, pero también de alargar el placer.
Suena: The Black Keys - Tighten Up "I wanted love, i needed love..."
sábado, 19 de febrero de 2011
martes, 15 de febrero de 2011
Desaparecidos.
Tres habitaciones, cada una con sus enormes paredes grises cubiertas por una serie de fotografías. Algunas en blanco y negro, otras en color. Unas con múltiples personajes y otras simplemente fotografías de objetos. Algunas diminutas y otras colosalmente grandes. Unas desenfocadas y otras dolorosamente enfocadas. El único elemento común que logro ver entre todas las fotografías escogidas son dos: Todas tiene una breve explicación. Qué ves. Quién desapareció. Donde lo hizo. Cuando se lo llevaron. El segundo elemento sería que no hay fotografía que no logre tranmitir, con una punzada de realismo y sencillez, un sentimiento amargo que nos recuerda que el futuro no se puede construir en base al desconocimiento del pasado. No hay ser humano menos humano que el hombre, y una vez asumido y digerido nuestra cruda realidad y condición, es necesario brindar huecos como este para recordar los errores del pasado y presente, para al menos intentar no errar nuevamente y de la misma forma.
Ante la ausencia física, el recuerdo se vuelve determinante. La certeza que invade a pesar del dolor de la muerte de pensar que estarán descansado en una cierta paz y tranquilidad. Saber a ciencia cierta que al acabar su vida, se acabó toda felicidad, pero también todo sufrimiento.
Es una exposición sencilla, la materia prima escogida no es ni mucho menos lo mejor que tiene Gervasio Sánchez, pero es lo justo y necesario para dar a conocer al público realidades que aún a día de hoy están cubiertas por kilos de mierda. La ausencia de las personas a las que queremos es inegablemente duro. Pero ni siquiera saber cual ha sido el paradero de un familiar ha de ser deseperante, logrando este sentimiento ser magistralmente transmitido por el fotoperiodista.
El legado que puede dejar atrás una persona es su verdad y su identidad. Pero para los familiares de un desaparecido esto no existe. Oscilan entre la muerte y la vida. Oscilan entre la salvación y la perdición, y no hay medios ni interés para continuar con su historia o simplemente ponerle un punto y final como es debido.
La Real Academia Española define la palabra desaparecido, a de la siguiente forma:
Una señora con fuerte acento chileno, pelo grisaceo, expresión marcada y mirada perdida cuenta en el vídeo que a ella la desparacieron, en el golpe de Estado dado por Augusto Pinochet; Su marido, sus dos cuñados y sus cuatro hijas. Dos de ellas estaban embarazadas. Nunca supo nada de ninguno de sus familiares desaparecidos. Ni siquiera sabe aún a día de hoy cual fue el paradero de sus nietos. ¿Llegarían a nacer? ¿Morirían por las malas condiciones dentro de su propia madre? ¿Morirían con su madre simultaneamente? ¿Viven aún a día de hoy? Nadie sabe. Nadie responde. Parecen ser olvido para todos ya, excepto para ella. Asique pasarán a la historia, como tan adecuadamente titula el autor, como meros desaparecidos. Así de simple, así de llano: Personas que no tienen una historia que contar, porque su historia no se sabe.
Son las voces más acalladas de los régimenes dictatoriales y de los enfrentamientos bélicos. Son las voces que deberían resonar en nuestras conciencias pero que no lo hacen porque parece que para ser meritorio en la historia se necesita de un gran final. Son la sombra de las millones de personas que aún a día de hoy no saben cual es el paradero de aquella persona a la que trajeron al mundo o que juraron quererla de por vida. Son los bosquejos de la historia que a nadie parecen llamar demasiado la atención.
Ante la ausencia física, el recuerdo se vuelve determinante. La certeza que invade a pesar del dolor de la muerte de pensar que estarán descansado en una cierta paz y tranquilidad. Saber a ciencia cierta que al acabar su vida, se acabó toda felicidad, pero también todo sufrimiento.
Es una exposición sencilla, la materia prima escogida no es ni mucho menos lo mejor que tiene Gervasio Sánchez, pero es lo justo y necesario para dar a conocer al público realidades que aún a día de hoy están cubiertas por kilos de mierda. La ausencia de las personas a las que queremos es inegablemente duro. Pero ni siquiera saber cual ha sido el paradero de un familiar ha de ser deseperante, logrando este sentimiento ser magistralmente transmitido por el fotoperiodista.
El legado que puede dejar atrás una persona es su verdad y su identidad. Pero para los familiares de un desaparecido esto no existe. Oscilan entre la muerte y la vida. Oscilan entre la salvación y la perdición, y no hay medios ni interés para continuar con su historia o simplemente ponerle un punto y final como es debido.
La Real Academia Española define la palabra desaparecido, a de la siguiente forma:
1. adj. Dicho de una persona: Que se halla en paradero desconocido, sin que se sepa si vive. U. t. c
Una señora con fuerte acento chileno, pelo grisaceo, expresión marcada y mirada perdida cuenta en el vídeo que a ella la desparacieron, en el golpe de Estado dado por Augusto Pinochet; Su marido, sus dos cuñados y sus cuatro hijas. Dos de ellas estaban embarazadas. Nunca supo nada de ninguno de sus familiares desaparecidos. Ni siquiera sabe aún a día de hoy cual fue el paradero de sus nietos. ¿Llegarían a nacer? ¿Morirían por las malas condiciones dentro de su propia madre? ¿Morirían con su madre simultaneamente? ¿Viven aún a día de hoy? Nadie sabe. Nadie responde. Parecen ser olvido para todos ya, excepto para ella. Asique pasarán a la historia, como tan adecuadamente titula el autor, como meros desaparecidos. Así de simple, así de llano: Personas que no tienen una historia que contar, porque su historia no se sabe.
Son las voces más acalladas de los régimenes dictatoriales y de los enfrentamientos bélicos. Son las voces que deberían resonar en nuestras conciencias pero que no lo hacen porque parece que para ser meritorio en la historia se necesita de un gran final. Son la sombra de las millones de personas que aún a día de hoy no saben cual es el paradero de aquella persona a la que trajeron al mundo o que juraron quererla de por vida. Son los bosquejos de la historia que a nadie parecen llamar demasiado la atención.
Todos en realidad saben que sus familiares han muerto. Es la táctica y estrategia más común en regímenes que son el reflejo de la barbarie y decadencia humana como fueron Pol Pot o Augusto Pinochet. Pero lo único que piden es poder llevar acabo un duelo y poder enterrar a quienes quieren de una forma digna. Piden algo tan atroz como que se reconozca la muerte de sus seres queridos, para que ocupen adecuadamente el espacio que han de tener en la memoria individual y colectiva de las personas y de la historia. Poder asegurarse que quienes quieren descansan en paz, y así ellos poder hacerlo.
Suena: Rachel Yamagata - I´ll find a way
lunes, 14 de febrero de 2011
Un gordo muere aplastado por su propio peso
Se intentó unos goya sin el actual director de la academia. Y Los goya fueron Alex de la Iglesia.
"Provoqué más de un enfado cuando reconocí haberme descargado películas. Sobretodo porno."
Discurso íntegro del todavía actual director de la academia, y ya de paso un rotundo NO a la Ley Sinde: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Discurso/integro/Alex/Iglesia/entrega/Goya/elpepucul/20110213elpepucul_9/Tes
Suena: Jimmy Hendrix - All along the watchtower
"Provoqué más de un enfado cuando reconocí haberme descargado películas. Sobretodo porno."
Discurso íntegro del todavía actual director de la academia, y ya de paso un rotundo NO a la Ley Sinde: http://www.elpais.com/articulo/cultura/Discurso/integro/Alex/Iglesia/entrega/Goya/elpepucul/20110213elpepucul_9/Tes
Suena: Jimmy Hendrix - All along the watchtower
Mi G.
Como decía Berlon Brecht: "No me fío de él, somos amigos". Pero ¿Y lo que te quiero, qué?
Suena: Eliza Doolittle - Pack up.
El gusto por matar de Pilar Rahola
En Bielorrusia se ha hecho realidad el ejemplo de toda facultad de periodismo. Cuenta el tópico que la primera lección de un estudiante pasa por lo del perro y el mordisco. Si muerde el perro al hombre, no es noticia; si muerde el hombre al perro, la noticia está servida. Es decir, lo cotidiano no conforma la información; en lo novedoso y en lo insólito está el germen del periodismo. Al fin y al cabo, ¿no es la curiosidad la que motiva al ser humano en todas sus búsquedas? Saber sobre ciencia, sobre Dios, sobre uno mismo, sobre los demás… O saber que, del mismo modo que nos interesa lo del hombre que mordió al perro, también nos pincha saber de ese zorro que apretó el gatillo e hirió a su verdugo, plasmación de que el mundo al revés también está en este mundo.
Sin embargo, y más allá de improvisadas disquisiciones sobre el arte de informar, me interesa la noticia. Un pobre animal luchando tan desesperadamente por su vida que llega a conseguir lo imposible. Es cierto que sólo se trata del negativo de la foto repetida millones de veces: el gusto por salir a la montaña y matar animales. Un gusto tan tétrico que, por ejemplo, en España, llega al punto de criar animales con pienso y con GPS, para que algunos blasones viejos y sus amigos nuevos ricos puedan colgar la cabeza de un pobre venado en el comedor de su casa. Puestos a gozar del aliento gratuitamente quebrado de un ser vivo, ¿por qué no ponen la cabeza de una gallina? Al fin y al cabo, en la mayoría de los cotos españoles, les costará lo mismo cazarla. Hablemos, pues, de la caza, esa práctica que tuvo su sentido en los tiempos de la supervivencia, pero que ahora no tiene otra lógica que la de activar el instinto básico del ente primitivo que late bajo el ser humano: el placer de matar. Reconozco mi incapacidad para entender cómo gentes con buen sentido pueden disfrutar acorralando salvajemente, asustando hasta el tuétano y finalmente matando inútilmente a un pobre animal. Más allá de las justificaciones al uso de los cazadores –la mayoría, insostenibles, y algunas, cercanas a la mala consciencia–, la pregunta es demoledora. ¿Qué sienten cuando matan? ¿Qué tipo de testosterona se activa? ¿En qué momento el placer de mirar la vida se truncó en disfrute por embalsamar la muerte? Y, sobre todo, ¿cuándo perdieron el sentido de la piedad? ¿Es agradable el tacto de ese cuerpo aún caliente que volaba, corría, disfrutaba, latía y que ahora está inerte porque le dio la gana a ese tipo que debía aburrirse tanto, que le encontró el gusto a sacarle la vida? Perdonen la claridad, pero la caza es una maldad; homologada, aceptada, tradicional, lo que ustedes quieran, pero una maldad. ¿Suena duro? Más duro suena oír el disparo al corazón que segará la vida de un animal por simple placer. Es decir, más duro es recordar que el hombre es el menos humano de los animales.
Sin embargo, y más allá de improvisadas disquisiciones sobre el arte de informar, me interesa la noticia. Un pobre animal luchando tan desesperadamente por su vida que llega a conseguir lo imposible. Es cierto que sólo se trata del negativo de la foto repetida millones de veces: el gusto por salir a la montaña y matar animales. Un gusto tan tétrico que, por ejemplo, en España, llega al punto de criar animales con pienso y con GPS, para que algunos blasones viejos y sus amigos nuevos ricos puedan colgar la cabeza de un pobre venado en el comedor de su casa. Puestos a gozar del aliento gratuitamente quebrado de un ser vivo, ¿por qué no ponen la cabeza de una gallina? Al fin y al cabo, en la mayoría de los cotos españoles, les costará lo mismo cazarla. Hablemos, pues, de la caza, esa práctica que tuvo su sentido en los tiempos de la supervivencia, pero que ahora no tiene otra lógica que la de activar el instinto básico del ente primitivo que late bajo el ser humano: el placer de matar. Reconozco mi incapacidad para entender cómo gentes con buen sentido pueden disfrutar acorralando salvajemente, asustando hasta el tuétano y finalmente matando inútilmente a un pobre animal. Más allá de las justificaciones al uso de los cazadores –la mayoría, insostenibles, y algunas, cercanas a la mala consciencia–, la pregunta es demoledora. ¿Qué sienten cuando matan? ¿Qué tipo de testosterona se activa? ¿En qué momento el placer de mirar la vida se truncó en disfrute por embalsamar la muerte? Y, sobre todo, ¿cuándo perdieron el sentido de la piedad? ¿Es agradable el tacto de ese cuerpo aún caliente que volaba, corría, disfrutaba, latía y que ahora está inerte porque le dio la gana a ese tipo que debía aburrirse tanto, que le encontró el gusto a sacarle la vida? Perdonen la claridad, pero la caza es una maldad; homologada, aceptada, tradicional, lo que ustedes quieran, pero una maldad. ¿Suena duro? Más duro suena oír el disparo al corazón que segará la vida de un animal por simple placer. Es decir, más duro es recordar que el hombre es el menos humano de los animales.
domingo, 13 de febrero de 2011
Buongiorno principesa
Buenos días princesa. He soñado toda la noche contigo. Soñe que ibamos al cine y tú llevabas aquel vesitdo rosa que me gusta tanto. Sólo pienso en tí princesa. Pienso siempre en tí.
Suena: Debussy - Claro de luna
Suena: Debussy - Claro de luna
Una quinta parte.
El día que naces, compartes tu cumpleaños con más de 17 millones de personas.
Durante los diez años que estas en el colegio, haces una media de 17 amigos.
Cuando hayas llegado a los cuarenta, sólo te quedarán dos.
Habrás dejado crecer 950 kilometros de pelo.
Reído una media de 18 veces al día.
Y haber andado lo que sería el equivalente a tres vueltas al mundo.
Tendrás una entre mil posibilidades de morir electrocutado.
Pasarás diez años de tu vida en el trabajo.
Veinte durmiendo.
Tres años en el cuarto de baño.
Siete meses esperando en tráfico.
Y dos meses y medio esperando en el teléfono.
Pasarás doce años viendo la televisión.
Y diecinueve días buscando el mando.
Por lo que nos quedaría una quinta parte de nuestra vida, para poder vivir.
Suena: Nina Simone - Ain´t Got no...I´ve got life.
Durante los diez años que estas en el colegio, haces una media de 17 amigos.
Cuando hayas llegado a los cuarenta, sólo te quedarán dos.
Habrás dejado crecer 950 kilometros de pelo.
Reído una media de 18 veces al día.
Y haber andado lo que sería el equivalente a tres vueltas al mundo.
Tendrás una entre mil posibilidades de morir electrocutado.
Pasarás diez años de tu vida en el trabajo.
Veinte durmiendo.
Tres años en el cuarto de baño.
Siete meses esperando en tráfico.
Y dos meses y medio esperando en el teléfono.
Pasarás doce años viendo la televisión.
Y diecinueve días buscando el mando.
Por lo que nos quedaría una quinta parte de nuestra vida, para poder vivir.
Suena: Nina Simone - Ain´t Got no...I´ve got life.
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