martes, 1 de febrero de 2011

una canción, un texto, una realidad, una punzada


 El órgano más grande que tiene el ser humano es la piel. Nos cubre, nos protege y literalmente nos mantiene unidos. La untamos, la raspamos, la follamos y la queremos. La arañamos, la besamos, la cortamos y hasta la hacemos cosquillas. Creemos ser capaces de recorrerla con los cinco sentidos. Y el problema radica en que eso fue justo lo que pasó. Con la vista memorizando las pequeñas imperfecciones de lo más irrelevante bajo esa mirada. Oliendo aquello que huele no se sabe bien como, pero parece soltar un jodido tufillo a amor. Parecía hasta poder escuchar las incesantes carcajadas y palabras. Naciendo de cada lunar, cicatriz y poro. Cuando se llegó al tacto ya nada parecía tan fácil, y menos ya cuando se llegó al gusto. Parece que ambos nos perdimos esa pequeña clase magistral en la infancia. Al menos así el sabor agridulce que predomina en las papilas gustativas al recordar todo es más fácil de obviar. O no, quien sabe ya a estas alturas. Recorridos fáciles de olvidar y demasiado complejos de esquivar. Caminos memorizados y retratados. Rutas nuevas que parecían llegar al mismo sitio. Parecía que si se tenía que pintar un mapa de la puta felicidad lo habría empezado en la planta de tus pies. Y ahora que recuerdo he pintado en tu piel demasiadas mañanas. Un dibujo, un insulto o una verdad. Una estupidez y al lado una nota recordatoria, como un te quiero. Por las tardes más bien me dedique a dejarla impregnada a base de lametazos y mordiscos de algo parecido al querer. Pero por la noche quedaba mejor dejarse fundir. Sin distinción del tú al yo, del vosotros, del ellos al inquebrantable y siempre, siempre nosotros. Un entramado mal coartado y dibujado. En todos y cada uno de sus sentidos. Aquello que sedea pero simultáneamente ahoga. Como gusanos de seda. Fueron perspicaces al no querer sobrevivir cuando te los regalé. Y al parecer no fueron los únicos. Poniendo fin a algo irrevocablemente ya finalizado. Y así fue. Llegaron los días raros. Los que se hacían largos cuando llevaba mucho sin saber de ti, y los que cobraban cada vez más o menos sentido a raíz al dejar de contar contigo. Podría contar una infinidad de recuerdos y de momentos. Pero no hace falta. Básicamente por que cuando he ido a escribir el primero, me ha costado hasta tragar y digerir. Echar de menos algo que en distancia se puede medir hasta en centímetros es hasta grotesco e injusto. Me quedaré con los asentamientos en esquinas, donde poder comernos a besos, hasta jurarnos casarnos y vivir toda la vida pegados el uno al otro. Así de infantil, pero verdadero. No separarnos jamás. Crear coordinadas estratégicas para poder abrazarnos con comodidad. Si me subo encima de tus pies, escalo mejor a tu boca para luego seguir dándote más besos si aún cabe. Y una eternidad de recuerdos más que resultan demasiado agotadores de recordar. Recordarte y odiarte también lo resulta, y no se si quiero seguir haciéndolo más. Como nos solíamos decir: "Que te vaya bonito, que te vaya bien" aunque ya ni esté para verlo.

Suena: Adele - Someone like you
(Ella también era nuestra. "Sometimes it last´s in love, but sometimes it hurts instead.")